Me levanto, me baño, me pongo
crema en la cara, me seco el pelo, me visto despacito para que el I no se vaya
a despertar con el ruido. La Queti me mira, me maúlla y yo no puedo evitar la
sensación de amor absurdo que le tengo a mi gata. Veo el celular y tengo un
mensaje de una amiga por wasap: fui a un médico que te hace bajar 20 kilos en
un mes, ¿vamos? Y yo pienso: puta que estamos cagás, hasta cuándo chucha vamos
a dejar de creer en los médicos que te hacen bajar de peso, si lo que tenemos que
arreglar es la angustia diaria que nos hace zamparnos dos marraquetas con
jamón, sin pensar en aditivos ni colorantes.