miércoles, octubre 14, 2009

¿Por qué los chilenos leen(mos) Harry Potter?

Desde que J.K Rowling sacó el primero de los siete libros que componen la saga de Harry Potter las filas han vuelto a las librerías. Lo que no pudo hacer ni el antipoeta (aunque incluyó varios chistes cochinos en los poemas) ni la Daniela García, que eligió vivir: lo hizo el niño mago que lucha con Voldemort en todos los libros. Sí, el niño sufre: Voldemort mató a sus padres, quienes militaban con Dombledore, un mago que usa magia blanca y busca la paz universal; mientras Voldemort es un sangre sucia (es decir, mezcla de humano con mago) que vive reprimido y termina asesinando a la mitad de la población maga del libro porque lo molestaron cuando era niño. Además, el casi asesinato que sufre Harry lo dejó con una marca en la frente, lo que lo vuelve el chiche de su colegio y del mundo mago entero: nuevamente, en todos los tomos la gente se asombra de ver al niño vivo, porque es el único que ha sobrevivido al terrible mago Voldemort. En fin, dentro de este contexto vive el pequeño Harry y el viaje que hace la gente que lo lee es ver cómo cada una de sus aventuras va subiendo de tono a medida de que el joven crece.
De nuevo a la pregunta inicial, o al título. ¿Qué tiene de especial este cegatón con la cara marcá que le gusta tanto a la gente que lee en el metro o a los niños en los colegios? Pah que voy a decir una cosa por otra: el libro es entretenido, livianito de sangre. Es como sentarse a ver una película de cable subtitulada. Tal vez, con jornadas de nueve horas de trabajo, mientras andas en la micro llena de gente, la mejor opción es Harry Potter, dentro del pack viene la entretención garantizada. Por el otro lado se encuentran los intelectuales, los que leen textos “de verdad”, a los que les da vergüenza decir que leyeron alguna vez uno de los textos, o se excusan diciendo que lo hicieron para ayudar al hermano chico. Pero la cosa es que a pesar de todas las excusas, Harry Potter es como Papelucho, todos han leído alguna parte alguna vez. ¿Por qué? Porque tiene todos los elementos que uno necesita cuando quiere entretenerse: se ríe en los carretes que organiza el colegio de magos una vez al año, sufre por los niños que mueren cada dos libros, sigue la teleserie que hay con los amoríos de los amigos de Harry y se entretiene con las peleas seguras al final de cada texto que tiene el niño con su archi enemigo Voldemort. En conclusión, Harry Potter es como las teleseries mexicanas, esas que duraban tres años seguidos (Carita de Ángel, Marimar, etc) Duran tanto, que hasta uno se encariña con los personajes. Por eso, no es raro que tanto como la mamá (que no quiere que un niñito de diez año pelee con el mago más fuerte de Inglaterra, porque se puede morir) como el hijo (que quiere ser tan cool como Harry, que vive al borde de la muerte) y su hermana chica (que quiere ver pololear a Harry con Giny, la hermana de su mejor amigo) estén dispuestos a hacer una vaca y comprarse el libro, aunque borde los quince mil pesos (Total, casi siempre lo sacan por la época de navidad, justo para que el chileno promedio esté dispuesto a gastar más de lo que tiene en el mamotreto de la Rowling).

miércoles, abril 22, 2009

A veces me dan ganas de agarrarte del pelo cuando vienes llegando del metro.
¿Cómo se te ocurre acordarte de los romanos un día tan bonito como este?
¿Viste que tenía razón?
La teoría se cae cuando menos te lo esperas.-
Ya lo dijo la pobre Simone cuando se vio en cuatro patas limpiando el suelo de la cocina.
O Bourdieu cuando se le olvidaron todos sus conceptos anti-violencia anti-pene anti-abuso mientras le daba un solo cachuchazo a su querida por no llevarle una tacita de café.
O cuando el mismísimo Lemebel se encontró agarrándole el poto a una vieja gorda en el metro.

Todos los caminos llegan a Roma, pero a tí te encanta tomar la línea 5 para llegar antes.